El «Dulce Amargo» de mi Primera Lactancia…de Nuestra Lactancia

“La OMS recomienda la lactancia exclusiva los 6 primeros meses y luego complementarla con alimentación sólida hasta los 2 años o mas”… esta frase resonaba en mi mente desde el momento en que quedé embarazada de mi hijo mayor.

Mis deseos de dar el pecho, las ideas y creencias que tenía asociadas a la Lactancia eran múltiples!… miedos, risas, placer, placer y placer.

Tuve un buen embarazo , no tuve síntomas de pérdida, ni tampoco la clásica sintomatología que frecuentemente sienten muchas mujeres durante el embarazo, como náuseas, mareos, dolores lumbares, etc.

Pude hacer ejercicio hasta la semana 34, me alimenté como yo quise y dormí como nunca antes lo había hecho.

Mi plan de parto, consistía en un parto natural, humanizado, respetado, donde la intervención quirúrgica o medicamentosa quedaran fuera de escenario. Busqué un equipo médico que me hiciera sentir segura y creyera fehacientemente que un parto era algo natural, donde cualquier mujer está biológicamente capacitada para parir y que yo no era una “paciente enferma” que iba a una clínica a “mejorarse” de alguna enfermedad, mas bien era una mujer que en su vientre llevaba a su primer hijo y confiaba en ir a una clínica pero en un ambiente cálido donde la idea de pabellón quedase fuera y que yo era la que tenía el mando pero con un equipo que me sostendría desde el amor y respeto.

Una mujer que va a parir, siempre necesita apoyo y contención… necesita almas y cuerpos que cobijen, alienten y acompañen mientras entramos en la órbita del trabajo de parto, conectadas con nuestro cuerpo, con lo primitivo y dejando las puertas cerradas a la lógica del tiempo y razón o control … para eso está quien acompaña y sostiene.

Tuve un trabajo de parto hermoso. Sin medicamentos y pude hidratar mi cuerpo vía oral (como lo hace una persona sana) y cada vez que yo lo necesitaba, sin embargo, una sombra mía apareció ante la pregunta de un miembro del equipo… mi neocortex se activó y yo volví a tierra, dejando el planeta “Oxitocina” y respondiendo desde el temor, la razón y no el instinto… mi equipo me falló! Y como muchas mujeres en Chile y el mundo, fui víctima de violencia obstétrica. Mi plan de parto terminó y pasamos a pabellón, donde ya no había olor a chocolate… mas bien olor a limpio, mucha luz y el miedo hacía una fiesta. Se respiraba la angustia y el inminente temor de pérdida de aquello que mas amas y mientras das vida, te arrebatan la tuya vulnerando mas de un cuerpo, el mío y el de mi hijo.

Ví el dolor acercarse a mí, golpeándome en lo más profundo de mis entrañas… y con un corazón quebrantado sintiendo que esto era lo mejor y necesario para que mi hijo naciera vivo! Ya que luego de un sufrimiento fetal producto de una ruptura artificial de membranas (innecesaria) y la polisistolía causada por tanta intervención, urgía sacar a mi hijo de mi vientre cuanto antes, así salvarnos a ambos.

Luego de 9 horas de intenso, hermoso y natural trabajo de parto… seguido de una traumática cesárea, donde sentí que realmente estaba muriendo… intervención quirúrgica violenta donde la anestesia no tomó mi cuerpo, provocando ya las primeras grietas de dolor físico en mi cuerpo. Pero todo dejó de importar cuando mi hijo fue puesto en mi pecho. Nos miramos, nos besamos y nos enamoramos perdidamente, el tiempo se detuvo, él débil cansado pero aferrado a mi cuerpo, yo serena, calma pero también alerta a mi cría…

Durante el trabajo de parto, recuerdo haber pensado…»tan solo quedan horas para alimentar a mi guagua con mi leche que he venido haciendo con tanto amor durante estos meses…”

A la hora de nacido, mi hijo dormía sobre mi pecho. Lo sentía un tanto débil… y como no! Si habíamos vivido una experiencia de dolor y lucha. Ambos queríamos algo natural… y como muchas veces… nos cortaron el instinto (literalmente).

Una mujer del equipo médico, se acercó a mi hijo y mi pecho. Le acercó la cabecita a mi pecho y apretó mi pezón para que saliera calostro. Acercó la boca de mi hijo para iniciar la lactancia, pero nada. Me dijo “esperemos un poquito mas”

Las horas pasaban y matronas, enfermeras se acercaban a tocar, mirar y hablar. Daban consejos sobre cómo se debía dar el pecho… ¿Acaso hay manual?… ¿Cómo lo hacían las mujeres en la prehistoria? … yo solo miraba y me entristecía al ver que mi hijo no lograba aferrarse a mi pecho. Él se acercaba, abría a duras penas su boquita y cuando tomaba mi pecho se le soltaba.

Resulta importante resaltar que mi hijo nació hipotónico y su succión era extremadamente débil. La verdad, es que en realidad no había casi reflejo de succión al nacer. No tenía esa fuerza para mamar con la que nacen los cachorros mamíferos, su mentón estaba retraído y tenía un paladar profundo.

Yo, con mis pechos duros, llenos de leche, de esa leche que mi cuerpo sabio había fabricado con tanto amor… “¿Es que acaso no sirvo para dar pecho?” pensaba yo entre lágrimas. Sentía el olor a fracaso que emergía de los poros de los médicos… incluso de mi propia familia-tribu.

Nos fuimos a la casa con un acople débil. Una guagua que casi no tomaba pecho y que cada toma era angustiante… el lloraba de impotencia y rabia… yo que me sentía inútil. Pero había una fuerza interna, un fuego que se negaba a apagarse y me decía a gritos “No te rindas”.

Pasaron 18 días… y mi hijo no subía de peso. Nos aterramos y acudimos a la leche en fórmula, pero sólo algunas tomas, ya que la cantidad de leche que yo tenía y mis ganas locas de seguir con mi lactancia… nuestra lactancia, me permitían seguir dando leche humana, esa leche que era perfecta para él y que siempre le di con y desde el amor.

Opté por sacarme la leche y dársela en una mamadera, ya que debido a sus impedimentos anatómicos, se le hacía mas fácil la succión a través de un chupete de mamadera que a través de mi pecho (ya que este último se le soltaba).

También probaba con pezonera, pero la fuerza que tenía mi hijo no le permitía extraer la leche de manera óptima.

Todos los días volvía a tratar de ponerlo al pecho, con la esperanza de que se pudiera acoplar y tomar directamente de mi, ya que mi formación profesional me susurraba al oído consejos que a la vez se teñían con las luces y sombras de mi puerperio, instinto y amor de madre.

A los 3 meses de edad de mi hijo, le hicieron el diagnóstico que yo hace un tiempo me temía… tenía una Alergia a la proteína de la leche de vaca… fuimos donde una nueva pediatra, amorosa y cálida quien me preguntó “¿Tienes leche?… y entonces porqué le das leche de vaca?”… Resulta, que me habían hecho creer una de las mentiras mas grandes que nos dicen cuando estamos dando pecho… Que mi leche no era tan buena… quizás no era suficiente y por eso es que mi bebe no subía bien de peso… las palabras nunca fueron exactamente esas, pero el mensaje era evidente.

Entonces me empoderé… volví a creer en mi cuerpo y saqué de mi casa esos polvos blancos que dicen ser leche “humanizada” para darle a mi hijo sólo de mi leche… aunque no fuera en el envase ideal, no lo privaría del contenido, del mejor alimento para él. Subió bien de peso, cuando cambiamos la alimentación a sólo Leche Materna, subió del percentil 5 al percentil 15.

Estuvimos así por 12 meses. Me siento orgullosa de contar que le di a mi hijo Leche Materna por un año.

El proceso no fue fácil, ya que extraerme leche todos los días por 12 meses mas de 3 veces al día era agotador. Los pechos dolían y debo reconocer que mas de alguna vez pensé en abandonar. Sin embargo, la compañía y apoyo de quienes me rodeaban era crucial! Esta Lactancia distinta a lo convencional… no fue un sacrificio! Fue un acto de amor que volvería a hacer.

Para muchas mujeres la lactancia es difícil… no siempre es como lo vemos en las revistas o en las películas! Hay dolor, hay cansancio y cuando nos sentimos cerca del abismo tememos que el fracaso se traduzca en que “No formamos Apego”, pero déjenme decirles que eso no es así! El Apego es mucho mas que la Lactancia! El Apego es un vínculo que se cultiva en el amor y el respeto. Podemos alimentar a nuestra cría con una mamadera con Leche humana o de vaca en el caso que lo requiera y entregarla con afecto, respeto y siendo conscientes de que en cada sorbo nuestras miradas se cruzan, los besos vuelan y sentimos desde el alma que le dimos pecho con y desde el corazón.

Así como yo lo sentí alguna vez, recuerda que “Nunca es Tarde…Siempre se puede”

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Instagram: @psic.mariajosegasc
Facebook: Ps. María José Gasc

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4 comentarios en “El «Dulce Amargo» de mi Primera Lactancia…de Nuestra Lactancia

  1. Avatar de Carla

    Me llega tanto tu testimonio, mi parto fue más o menos así. De urgencia, caótico, de película, con la diferencia que a mi hija solo me la pusieron unos segundos para verla y no pude hacer apego, hasta pasadas unas 4 horas desde que nació.
    También tuve problemas de lactancia, los mismos sentimientos que describes, pero al ver uno a su cría sale lo más animal y en contra de muchos y aguantando todo el dolor de una mala técnica de lactancia, me puse firme y empecé a buscar ayuda en internet, videos, foros, grupos y aprendí tanto, tanto… que hoy puedo decir que llevo casi un año de lactancia y al parecer no tengo para cuando dejarla.

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    1. Avatar de psicologamariajosegasc

      Me alegra leerte Carla! Hay que seguir luchando y dando a conocer testimonios donde las mujeres somos privadas de nuestros derechos como madres, coartando a su vez las necesidades de nuestros hijos.
      Gracias por leerme!
      Te abrazo fuerte

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