Los Vínculos, Sí se Pueden Reparar y Restaurar

Desde la perspectiva amorosa que tiene como foco la Resiliencia, capacidad a poder restaurarse, a pesar de haber sido trizado, destruido o incluso quebrantado al punto del desborde… siempre se puede reparar.

Para reparar vínculos afectivos, deben ocurrir varias cosas… en primer lugar reconocer o aceptar que aquello que queremos reparar está dañado/a. Luego debe nacer, desde el genuino remordimiento, el DESEO de reparar. Para que ocurra lo anterior, es FUNDAMENTAL que incluso, a sabiendas que nuestra intención no fue dañar, agredir o ensuciar aquello que vemos como objeto de reparar, seamos capaces de VALIDAR las emociones de quien se siente dañado. Por ejemplo, la niña que dice “mamá, cuando era muy niña me dejaste sola, siempre he sentido que no me amas de verdad”, esa mamá sentirá que eso es “falso”, en el sentido de que ella como madre, siente-cree-piensa que nunca dejo de lado a su hija, y sobretodo siente-piensa-cree que la AMA Y HA AMADO desde siempre, sin embargo, independiente de lo que podamos sentir respecto a lo que reclama el otro/a respecto a lo que siente en el desamparo, en nuestra intención reparatoria DEBE como principio básico, estar la idea de VALIDAR las emociones, es decir a pesar que yo no hice o dejé de actuar de tal modo, RESPÈTARÉ que el otro lo siente de otro modo.

Luego de que emerje la intención de reparar un daño, incluso sintiendo que SOMOS “INOCENTES”, viene una culpa genuina desde el remordimiento que nace de la validación del otro, pudiendo visualizar al otro, justamente como un otro, donde siente, piensa y vive las emociones independiente de lo que nosotros sentimos.

Evidentemente, al igual que cualquier intención luego el paso siguiente es proceder a actuar, en este caso, la intención reparatoria debe venir con un proceso de actuar reparatorios al otro. Pero estos actos, palabras, gestos, etc. Deben ser sentirse reparatorios  para el otro, como saber eso? Y bueno, la comunicación es vital, la capacidad de enfrentar luces y sombras de la relación, y reparar conforme lo que el otro necesita, no en base a lo que yo creo que le servirá. Evidentemente al comienzo, los tropezones irán por esa línea, por eso es vital la comunicación, validación, pedir perdón desde reconocer como reales las emociones y sentimientos del otro, no siempre desde una autocritica punitiva para con nosotros… en caso de que sea así, lo cual no significa que sea malo sentirlo, pero lo crucial en la repación vincular es visualizar al otro y tener intención de reparar. Muchas veces la culpa aparece, porque estamos internalizando aquello que el otro siente mas allá de la consciencia y conocimiento de lo que siente… mas bien entendiendo que hay un daño en el otro y, aunque mi intención nunca fue provocar eso, lo hice.

Érase una vez, una madre de dos hijos. La bisabuela de los niños, le había regalado al niño mas pequeño un elefante de felpa, y el niño jugaba y llevaba a todo lugar ese regalo tan preciado que su bisabuela le había regalado.

Un día, su hermano mayor, sin intención de dañar, ni mucho menos destruir el juguete que para su hermano era TAN VALIOSO, jugando con el elefante, lo rompió. Terminando el elefante abierto y todo el algodón con el que estaba relleno, afuera.

De pronto su hermano se da cuenta de eso y se pone triste, lo deja a un costado, se va a jugar a otra cosa. Minutos después, la madre ve, cómo su hijo de tan solo dos años tomaba nuevamente al elefante e increpaba a su hermano de 6 años y le decía enojado, con escasas y enredadas palabras y ceño fruncido que había roto su elefante.

La mamá viendo esta escena va donde los niños y le dice a su hijo menor que fue un accidente, que su hermano no lo hizo adrede… y ahí la mamá cae en cuenta… esto tan propio de dos hermanos, quizás significa mas para los niños de lo que ella piensa.

Toma a su hijo menor y le dice que es cierto que el elefante se rompió, se puede arreglar… fue a su costurero, tomo hijo y aguja tratando de buscar que el hilo  fuera del mismo color… no era idéntico, pero servía.

Comenzó a juntar todos los algodones y en frente de los niños les muestra que el elefante se está arreglando. Una vez terminado de cocer, se lo muestra a los dos niños y les muestra, de qué manera se arregló, que si bien no quedó igual y ahora tiene costuras que hacen recordar que alguna vez se rompió, las costuras se hicieron con refuerzo, para dejarlo seguro. Su hijo menor abre los ojos y toma a su juguete y vuelve a jugar con él, incluso mostrándole a su hermano mayor, contento que se había arreglado”.

Cuando reparamos, desde el amor, incluso aunque no quede perfecto y sepamos que siempre quedarán cicatrices, la reparación vincular, no solo permite restaurar. También nos permite aprender que aquello reparado, es algo o alguien quien se podría volver a dañar, como el caso del elefante, pero sin perjuicio de ello, al saber las consecuencias y a sabiendas que la reparación existe, en nuestro corazón y mente queda plasmada la idea de que vamos a cuidar aún mas aquello que hemos reparado e incluso, tendremos mas herramientas para cuando volvamos a tener un “elefante de felpa” procurando cuidarlo mas, ya que sabemos, se puede romper.

 “Nunca es Tarde…Siempre se puede”

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